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Mostrando las entradas de septiembre, 2007

¿Recuerdan este libro?

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Hace unos días buscaba algo en mi dormitorio y necesité abrir un cajón que no veía desde la mudanza de hace dos años. Qué grato fue encontrar este folleto que fue el primer libro que tuvimos que comprar al entrar al colegio. Fue como encontrar un tesoro, promo, todos deben recordarlo. Si desean escaneo unas páginas para que todos puedan leerlo, o tal vez lo convierto a PDF... ustedes digan. Aquí les pongo la portada. Nos vemos.

Las fotos de David

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Todavía no he terminado de subir todas las fotos que Colo me mandó, y he recibido una grata sorpresa por parte de David Soto quien ha enviado varias fotos de cuando nuestro amigo era "cinturita"... Gracias por las fotos, David. La primera es de la época de la promo. Creo que todos nos compramos los mismos sombreros de armazón de alambre tejidos con lana. Estas son las fotos de la graduación y la de la fiesta de promoción. En la foto está David con Jorge Vilca y el "Chino" Hinostroza. En las siguientes, David con Felipe Rondón, Wilber Blas, Max Barnett, Elvio Bisso y el "Chino" Hinostroza. Y estas son unas fotos más recientes de David. Hay más fotos de David en la entrada del paseo a Marcahuasi y en la del campamento a Santa Rosa de Quives .

Otro poema para recordar

Aquí les pongo un poema que al menos a mí me trae muy buenos recuerdos. Se trata de "La inteligencia", de Leon Tolstoi. Inicialmente el hermano Rubén nos lo declamó en el salón, luego participé con él en los Juegos Florales de 1983. Recuerdo que algunos dijeron que recité el poema tal y como el hermano Rubén nos lo había declamado en clase, pero no era mi idea imitarlo sino que él fue quien me enseñó la técnica, y traté de hacerlo lo mejor posible, siguiendo sus instrucciones. A ver si podemos encontrar también el poema que recitó Martín Landers, aquel que terminaba con un gladiador gritando "Te perdono, Nerooooón..." Bueno, aquí está el poema del leoncillo, para los que todavía lo recuerden. La inteligencia Leon Tolstoi Rugió el leoncillo, y al sentirse fuerte, sacudiendo orgulloso la melena, se despidió de su achacosa madre queriendo altivo recorrer la selva. La madre, entristecida, con arrogancia y con amor de fiera, acarició al cachorro que por siempre dejaba i

No somos los únicos conspicuos

Algo curioso que descubrí en mi búsqueda de información acerca de la promo y los hermanos Maristas en Internet es que no somos la única "conspicua" promoción que tuvo a su cargo el hermano Rubén. En realidad, el hermano Rubén acostumbraba a llamar a todas las promociones "conspicuas". Por lo tanto, si bien hay muchas promociones de conspicuos, todas tienen algo en común: sus integrantes recuerdan con mucho cariño al hermano Rubén María. Hay una promoción que el próximo año cumplirá 40 años de egresada. ¡Imagínense, 40 años de haber terminado la secundaria! Curiosamente, su página Web se llama http://laconspicua.com/ (vaya, nos ganaron el nombre) y está compuesta por ex alumnos del colegio San José del Callao que se hacen llamar conspicuos así como nosotros. Por supuesto que tienen una página especial dedicada a él (espero muy pronto poder hacer lo mismo por aquí), donde podemos ver unas fotos del hermano Rubén, quien falleció en marzo de este año. Visiten esta pá

Un poema para recordar

Dudo que alguien haya podido olvidarse de este poema, tantas veces declamado en las clases de Literatura Peruana. Me lo envió Colo, gracias por la colaboración... Ya pues promo, participen todos. Envíen cualquier cosa que les pueda traer recuerdos y la publicaremos. Los Heraldos Negros César Vallejo Hay golpes en la vida tan fuertes... Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... Yo no sé! Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Son las caídas hondas de los Cristos del alma, de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como